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Pagarés de empresa

Normalmente un pagaré se utiliza como instrumento de pago, estableciendo una fecha de vencimiento a partir de la cual se puede acudir al banco a cobrar el dinero o ingresar en nuestra cuenta el documento. A diferencia del cheque, hasta la fecha pactada no se puede cobrar.

Algunas empresas pueden utilizar el pagaré a modo de producto de inversión; se emite una cantidad determinada de pagares a un precio nominal fijado, con un determinado vencimiento y con una rentabilidad pactada. Al ser un instrumento de inversión atípico, vale la pena conocer su naturaleza para valorar si vale la pena invertir en estospagarés de empresa.

El pagaré es un documento que compromete a su emisor (la empresa) a pagar una cantidad determinada, en un plazo concreto, al titular que consta en el papel. El emisor es quién firma el instrumento de pago.

Si se utiliza como producto financiero, el proceso usual sería el siguiente:

  • El inversor le entrega una cantidad de dinero a la empresa.
  • La empresa firma un pagaré con un vencimiento determinado, de 1 o 2 años, generalmente, cuya cantidad nominal es al dinero que le ha entregado el inversor más los intereses (si se pactan al vencimiento).
  • A la fecha pactada el inversor cobra o ingresa el pagaré.

Se exigen tipos de interés superiores a inversiones alternativas sin riesgo (un plazo fijo, por ejemplo) porque la solvencia del emisor es crucial. Si la empresa que firma el pagaré tiene problemas antes o después de emitir el producto financiero, podría ocurrir que al vencimiento no cobráramos puntualmente (por ejemplo, por no tener saldo suficiente en la cuenta) o, en un caso peor, que el emisor del pagaré presente un concurso de acreedores antes de pagarnos.

Es crucial analizar la situación financiera del emisor antes de plantearse una inversión en pagarés de empresa, además de informarse debidamente con un abogado y exigir la firma ante notario. Por otra parte, hay que entender que la garantía de la emisión es el propia sociedad (y los avales en caso de que existan). Si avala otra sociedad, deberemos conocer la situación financiera de ambas empresas.

El problema que nos encontraremos con empresas medianas o pequeñas es que no hay una calificación independiente de su solvencia, por empresas de rating; sus cuentas anuales inscritas en el Registro Mercantil tienen limitaciones importantes. Si además la emisión no está inscrita en la CNMV, las cautelas han de ser máximas.

Por tanto, lo bueno de los pagarés de empresa es su rentabilidad, que debe ir en consonancia con el riesgo que contrae el inversor con el producto. Al igual que pasa con el resto de productos financieros, uno nunca debería invertir sin asesoramiento y experiencia previa.

Seguramente, lo habitual a partir de ahora será que cuando vayamos a nuestra oficina bancaria para abrir o renovar un depósito a plazo fijo nos propongan la compra de pagarés de la entidad, que tendrán una rentabilidad un poco superior a los depósitos para hacerlos más atractivos, pero debemos saber que no se trata de lo mismo ni mucho menos.

Los depósitos a plazo fijo, hasta un importe máximo 100.000 euros, están garantizados en caso de quiebra de la entidad financiera por el Fondo de Garantía de Depósitos y por el Estado, pero en el caso de los pagarés de empresa la única garantía es el patrimonio de la entidad financiera, de forma que en caso de quiebra los primeros en hacer frente a las pérdidas son los accionistas de la entidad, seguidos por los tenedores de participaciones preferentes y de los tenedores de deuda subordinada, y si con este dinero no es suficientes ya están los pagarés de empresa para seguir tapando el agujero. Y no crean, tal y como están las cosas, que la posibilidad de que esto ocurra es muy remota para alguna entidad.


Así que antes de acudir al canto de sirena de la rentabilidad que le puedan ofrecer, que tampoco es tan alta, pregúntese si merece la pena el riesgo de perder parte o toda la inversión si las cosas se complican.